Cae la tarde y la tensión vuelve
El nudo se aprieta
Nada se bifurca, todo se ensimisma
Tan sólo permite que las vísceras descansen
Pero no
La angustia, el hambre, el ansia por probarlo todo
Tuerce, trastoca
La taquicardia se funde con el sonido del goteo
¿Cuánta voracidad cabe en un ser humano?
Recostarse sobre el césped húmedo
Acariciar las entrañas
Contemplar el vacío que se niega a reconocerse
¿Cuántos alaridos al alba construyen una oración?
He decidido no emerger
Y Herman Hesse me espera con esa puerta abierta
Esa entrada, solo para mí
Solo para mí
Los pies me crujen, pesados, lánguidos e hiperactivos a la vez
La llave sigue goteando
Mis manos rozan con el frío y blanco mármol de una pared
Y recuerdo lo hermosa que es la frescura
Lo frío, lo fresco, lo blanco, lo nuevo
La gente en las gasolineras, en los oxxos, en los parques
Me recuerda lo aburrida y fácil que puede ser la vida
Y me quedo
Me quedo con mis arranques y mis quiebres
Me quedo con mi melancolía
Y con mis catedrales incendiadas
Aunque me cueste la razón.
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