jueves, 30 de junio de 2016

El soberano

Sabía que no debía tocarlo
que estaba ahí
hermoso y destelleante
como una caja de pandora
pero por nada del mundo
debía volver a tocarlo.
Era una prueba de voluntad
la renuncia a mi mayor apego
a mi más fuerte adicción
Era la cabeza de un guerrero enemigo
Pero apenas sentí su frío roce
su abrazo visceral
y permití que el terremoto
expandiera las grietas
Entonces todas las lágrimas que dormían
Despertaron como dique roto
y ya no pude apartarme
Lo abracé y lo resguardé
como a un hijo perdido
Lo amé y me fundí en él
como en el más ansiado reencuentro
Y el se sentó sobre su trono
que lo había estado aguardando
y volvió a reinar
como en los viejos tiempos


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